¿Hay algo
más bonito que la noche de reyes? A nosotros la verdad es que nos encanta.
Creo que no
hay nada más bonito que la inocencia de los niños en esa noche tan especial.
Sus caritas
nos transmiten esa magia que solo ellos poseen. El brillo de sus ojos refleja la
ilusión, el nerviosismo y todo lo que conlleva su espera por ver llegar a los
reyes magos de Oriente.
Cuando
estamos preparando los espectáculos, las carrozas y ultimando pequeños
detalles; siempre aparece algún niño de cara angelical que nos pregunta con esa
vocecilla que tanto los caracteriza: ¿Vosotros
conocéis a los reyes magos? ¿Están ya aquí? ¿Cuándo vienen? ¿Me van a traer
algo?
Son momentos
mágicos cooperar con ellos, seguir la historia de esta noche que nunca debe perderse.
Los adultos
nos convertimos en niños, volvemos a recordar nuestros momentos vividos en la
infancia y nos dejamos llevar por las emociones.
Las luces se
encienden, la música comienza a sonar y el sonido de los aplausos llena el
aire.
Nuestro
espectáculo equilibrio y pompas de jabón entra al desfile. Y otra vez ellos.
Ver sus
caras cuando ven al mago andar sobre una gran esfera como si flotara, sus bolas
de contac en las manos y de fondo grandes pompas de jabón. Que momentos. Que
gritos de mira mamá. Verdaderamente son momentos que no se pueden comparar con
otros.
Dos actores
son los encargados de crear un mundo mágico con la creación de sus grandes
pompas de jabón.
El desfile
continúa, apuntito están de llegar los reyes magos de oriente, pero antes, hay
que iluminarles el camino.
Nuestros
malabaristas de fuego abren el paso. Cadenas, bastones y un zancudo que los
acompaña capta en un instante la atención de todos. El nervio se relaja unos
momentos para dar paso al mamá mira es fuego, y no se queman. Dan ganas de ir
comiéndoselos uno a uno.
Ahora sí que
sí. Gritos, aplausos y adrenalina recorren sus cuerpos. Ya están aquí por fin.
Que gran momento. Nos dejamos contagiar por ellos y disfrutamos como auténticos
niños.
En este
momento abre paso nuestro ballet oasis. Lugar donde sus majestades descansan un
poquito de su largo camino bajo las sombras de las palmeras y donde los
camellos aprovechan para saciar su sed.
Uno a uno
los reyes van pasando. Caramelos, ilusión y las ganas de que el año pase muy
pronto para volver a verlos.
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