Cuenta la
leyenda, que el tesoro más cotizado, se encontraba oculto en una isla.
Nada ni
nadie había logrado dar con él.
Hasta estos
piratas llega el mapa. Sin perder apenas tiempo, embarcan.
Los miedos,
las preocupaciones… quedan en tierra cuando entran en alta mar.
Tras varias
semanas de travesía, el cielo, empieza a oscurecer. La Tempestad está a punto
de comenzar.
El mar
embravece. El barco comienza a moverse. Los piratas luchan para mantenerlo a
flote.
Tras la
tempestad, llega la calma.
No pasan
muchas semanas más, cuando a lo lejos, divisan tierra.
Si las
coordenadas no fallan es la isla que buscan.
Al poner los
pies en tierra, los indígenas, los rodean. No les pondrán nada fácil la entrada
al centro de la isla.
Pero
nuestros valientes piratas llevan mucho tiempo esperando este momento y no
dejarán que nada ni nadie les corte el camino.
Adentrándose
en la vegetación, llegan al lugar marcado.
Allí
animales exóticos les advierten que den la vuelta. Pero no escuchan las
advertencias.
El leopardo
les espera. Bajo su custodia, el tan ansiado tesoro.
Tras una
larga lucha han conseguido dar con él, pero la maldición que guarda el cofre,
les es entregada.
Sus cuerpos
empiezan a consumirse. Sus facciones a desaparecer. Y los huesos empiezan a
apoderarse de su rostro.
Se han
convertido en calaveras, pero no hay pena en ellos .El espíritu valiente de los
piratas sigue con la misma vitalidad tanto vivos como muertos.
De vuelta
hasta su capitán. Los piratas entregan el tesoro. Que será llevado hasta sus
tierras para coronarse de poder y nombre.